Terminar una relación de pareja puede ser una decisión difícil de tomar.
¿Cómo saber cuando se ha llegado a un punto de no retorno en el que ya no hay nada que hacer para salvar nuestra relación?
Muchas veces las parejas entran en un espiral destructivo de lucha y de forzamientos para “funcionar” cueste lo que cueste. Este mecanismo tiene como consecuencia el impedir ver la realidad detrás de esa batalla: cada día el sentimiento es peor.
Forzar una relación y seguir estando allí a toda costa mata el amor y deja a ambas personas exhaustas frente a un destino inexorable: el del desamor y la ruptura. El desgaste -de amb@s o de quien se obstina en “no dejar morir” la relación- aumenta, intensificando el alejamiento entre los miembros de la pareja, que es en definitiva lo que intentaba evitarse.
Por eso es fundamental conocer cuándo es momento de soltar una relación, de dejar de forzar y sencillamente poner fin, dejarla ir. Así ambas partes terminarán mejor y en paz.

Indicadores de que ha llegado el momento de terminar una relación:
Nadie puede decidir por ti cuándo terminar con alguien, sólo tú puedes hacerlo. Aquí algunos indicadores que pueden ayudarte a examinar tu relación, y responderte a la pregunta de si es o no el momento de decir adiós.
Cuando estar con la pareja genera mayor malestar que bienestar.
Esto puede suceder en cuanto al desarrollo profesional, o simplemente darse en actividades beneficiosas para el bienestar individual que son impedidas o puestas en juicio por la pareja, limitando a una de las partes.
Las personas evolucionamos y cambiamos. Es una parte fundamental de nuestro transitar la vida. Por eso, si te encuentras en una relación que no te permite hacer esta transformación personal, quizás es momento de dejarla ir.
Recuerda que una relación sana y funcional debe ayudarte a crecer y desarrollarte como persona, y no impedir tu crecimiento.
Cuando mantener la relación implica dejar de ser auténtic@.
La honestidad, la transparencia y la autenticidad son de las cualidades más apreciadas y que más fomentan la confianza en una relación de pareja.
Si poco a poco has comenzado a convertirte en la persona que tu pareja espera que seas, renunciando a la versión más auténtica de ti, es momento de replantearte si es un precio que estás dispuest@ a pagar. Porque no debería serlo.
Cuando tus valores y los de tu pareja son irreconciliables.
Una pareja que se forma es un encuentro de dos mundos: dos historias, recorridos, aprendizajes, culturas diferentes que se descubren mutuamente y deben acordar para dar inicio a algo nuevo.
Pero existen encuentros en los que los valores de cada una de las partes son irreconciliables. Por ejemplo: Si una de las dos personas quiere mantener una relación monógama y la otra quiere una relación poliamorosa; o si una parte considera vital e indispensable conservar momentos de intimidad individual, y la otra parte desea y espera compartirlo todo.
Cuando esta incompatibilidad es sufrida y sobre asuntos que no son negociables, es un indicador de que tal vez lo mejor sea terminar con el vínculo.
Cuando no hay respeto.
El amor incluye respeto por la persona amada. Por eso aún cuando vengan de tu pareja hacia ti -o de ti hacia tu pareja-, cuando notamos que existen humillaciones y críticas abusivas o destructivas al interior de la relación, es una clara señal de que la mejor decisión que puedes tomar es terminar.
Cuando la relación se sostiene mediante manipulación.
La manipulación, el deseo constante de control y el chantaje emocional son dinámicas poco sanas que o bien se solucionan, o hay que dejar ir la relación, ya que inevitablemente producirán malestar, infelicidad y dolor en la pareja.

Cuando hay ausencia de planes compartidos.
Los proyectos en común son parte esencial de la vida en pareja.
Si notas que en tu relación es difícil llegar a acuerdos compartidos, no tienes planes a futuro con tu pareja, no buscan proyectar juntos o no hay coincidencias cuando lo intentan, esto debe encender una alarma.
Y frente a esta alarma se presentan dos opciones: Buscar hacer acuerdos sobre ello, o replantearse el continuar siendo una pareja.
Cuando el amor se ha ido.
Puede que parezca un indicador demasiado evidente para mencionarlo, pero es habitual que la conclusión “se fue el amor” llegue como resultado tras un período de distanciamiento inconsciente y una fuerte sensación de alejamiento mutuo.
Si ya no sientes deseos de pasar tiempo junt@s, de compartir la cotidianeidad… plantéate seriamente poner un fin.
Si estos indicadores han resonado con tu vida de pareja, lo mejor siempre será comunicarlo. Aunque el escenario pueda parecer desalentador, hablar con sinceridad sobre cómo te sientes es el primer paso para -si ambas partes están dispuestas- transitar el camino para salvar la pareja.
Si al hablar, concluyen que no hay modo de arreglarla, lo mejor será terminar la relación. Si somos capaces de asumir que es mejor terminar, pero guardándose el mejor de los sentimientos, esto hará que sea más fácil transitar el pasar página y atravesar el proceso de duelo de la mejor manera. Porque terminar una relación no significa que haya que despedirse con rencor o con odio.
Por el contrario, estirar o forzar una relación unilateralmente y porque sí, daña mucho más.