Mini guía para tener una conversación incómoda
La vida está llena de conversaciones incómodas. O al menos, debería estarlo. Las conversaciones incómodas son más necesarias de lo que nos gustaría, porque claro, nadie disfruta de tener que hacer un planteo difícil, un pedido poco ameno o una pregunta compleja.
Aunque no sean situaciones agradables de transitar, aparece la necesidad de tenerlas, porque es el modo de llegar a acuerdos, y de mantener sanas nuestras relaciones.
Este tipo de conversaciones suele requerir que nos involucremos emocionalmente, que hablemos de nuestros sentimientos, inseguridades, frustraciones o expectativas. A su vez, podemos recibir mensajes para los que no estamos emocionalmente preparados/as.
¿Quieres saber por qué huir de las conversaciones incómodas no es precisamente la mejor idea? Escapar de ellas no es buena alternativa porque son un aspecto primordial de cualquier relación sana.
Tenerlas hace que podamos deshacernos de malestar, dudas, angustias o preocupaciones acumuladas. A la vez, muchas veces funciona como primer escalón de camino a resolver un problema.
En definitiva, tener conversaciones incómodas es muy importante. Aquí te ofrecemos algunas recomendaciones para cuando precises proponer alguna.