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5/2/2021

Amor Propio

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El poder de la palabra: cuando las palabras sanan

El poder de la PALABRA en los procesos de sanación es INDISCUTIBLE. Contar las historias que nos hirieron (o hieren) y dejaron huella, provocaron heridas, tiene la capacidad de sanarnos.

Escrito por

Equipo Psi Mammoliti

El poder de la PALABRA en los procesos de sanación es INDISCUTIBLE.

Lo veo en consulta todos los días. Contar las historias que nos hirieron (o hieren) y dejaron huella, provocaron heridas, tiene capacidad de sanarnos. Hablar sana. Ser escuchad@s sana. Pero no es cualquier escucha: Es la escucha terapéutica.

Hablar sana. ¿Por qué?

¿Alguna vez sentiste que caía sobre vos el peso de historias que hieren del pasado o de la actualidad? ¿Notaste lo liviano que se siente contar esta historia y ser escuchad@? ¿Quién no sintió alguna vez que la película creada en su cabeza le debilitaba enormemente, sin parar, y entendió el alivio que significó poner esa historia en los oídos adecuados? ¿Quién no presenció la ansiedad recorrerle todo el cuerpo y acelerarle el corazón, manteniendo todo ese miedo encerrado sin poder articular palabra alguna?

Freud, padre de la Psicología moderna, creó un nuevo método clínico en el siglo XIX basado en la cura mediante la palabra: El psicoanálisis. El nombre surgió de la demanda de una paciente que le pidió al doctor Freud que se callase y la dejase hablar sobre lo que le pasaba. Por suerte, este médico tomó esta demanda y se dedicó a escuchar lo que las personas tenían para decir sobre aquello que les aquejaba. Fue allí que empieza a hacerse evidente el poder sanador que tiene hablar de lo que duele.

Cuando el dolor cala nuestros huesos y parece no tener fin, la palabra nos salva. Contar lo que sentimos nos salva. Nos ata a la vida. Las conversaciones se vuelven bálsamos contra el dolor. Hablar de lo que nos sucede es demasiado importante para sanarlo. Expresar lo que te sucede, contarlo, pedir ayuda, no debería ser un privilegio, sino un derecho. 

La palabra como herramienta

Todo eso que no decimos queda bien guardado dentro nuestro, se traba, se estanca, se bloquea. Pero no se va. El destino de las palabras no dichas, es el de convertirse en un silencio que forma nódulos de dolor que crecen más y más con el tiempo; manifestándose más tarde en síntomas de todo tipo, por medio de los cuales el cuerpo habla, lo que la mente no pudo/supo decir. Hablar de lo que te sucede tiene un efecto reparador. 

Es por esto que es TAN importante darnos un tiempo para pensarnos a nosotr@s mism@s. Hablar de nuestra propia historia nos ayuda a escapar de ese lugar que nos determina, nuestra infancia y todo lo que vivimos, para narrar al niñ@ que no tuvo una escucha, validar su palabra y permitirle existir. 

En este artículo encontrarás

Hablá de lo que te duele. Reconocé ese niñ@ que vive en vos, permitile salir, expresate. Abrazale. Sólo así podrás sanar.