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19/12/2024

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Ataques de Ansiedad: 5 Pasos para Identificarlos y Superarlos

Adentrémonos en los ataques de ansiedad. Conoce sus síntomas más comunes y las causas que pueden desencadenarlos.

Escrito por

Equipo Psi Mammoliti

¿Qué es un ataque de ansiedad?

Un ataque de ansiedad es una respuesta intensa y repentina de miedo o ansiedad, que puede surgir incluso sin un desencadenante claro. Durante un ataque, el cuerpo reacciona como si estuviera frente a una amenaza real, activando el sistema nervioso y provocando síntomas físicos y emocionales intensos.

Aunque a menudo se confunden, los ataques de ansiedad y los ataques de pánico no son lo mismo. Los ataques de pánico suelen ser más abruptos y alcanzan su pico en minutos, mientras que las crisis de ansiedad pueden desarrollarse gradualmente y estar relacionados con preocupaciones específicas.

Principales síntomas de un ataque de ansiedad

Las crisis de ansiedad pueden manifestarse de diferentes formas, y los síntomas varían en intensidad según la persona y la situación. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  • Palpitaciones o taquicardia. Sensación de latidos rápidos o irregulares del corazón.
  • Dificultad para respirar o sensación de asfixia. Sensación de que falta el aire o de estar atrapado.
  • Sudoración, temblores y escalofríos. Reacciones físicas comunes durante un ataque.
  • Mareos o sensación de desmayo. Pueden ocurrir debido a la hiperventilación o la ansiedad extrema.
  • Sensación de pérdida de control o miedo a morir. Una experiencia común que puede ser aterradora, pero es inofensiva.

Estos síntomas suelen ser transitorios, pero pueden ser extremadamente angustiantes mientras duran.

¿Qué puede causar un ataque de ansiedad? Factores y desencadenantes

Las crisis de ansiedad pueden ser desencadenados por diversos factores, entre ellos:

  • Estrés intenso y prolongado. Situaciones laborales, familiares o académicas que generan presión constante.
  • Experiencias traumáticas. Vivencias pasadas o recientes que generan miedo o inseguridad.
  • Condiciones de salud mental. Como el trastorno de ansiedad generalizada o el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
  • Consumo de sustancias. El exceso de cafeína, alcohol o drogas puede desencadenar o agravar los síntomas.

A veces, los ataques ocurren sin un desencadenante aparente, lo que puede generar más ansiedad por no entender su origen.

Estrategias efectivas para calmar un ataque de ansiedad

Si te preguntas cómo manejar un ataque de ansiedad, hay algunas cuestiones que puedes tener en cuenta. Cuando ocurre un ataque de ansiedad, es importante tener estrategias que ayuden a calmar el cuerpo y la mente. Algunas técnicas útiles incluyen:

  • Ejercicios de respiración profunda.  Inhala lentamente por la nariz contando hasta cuatro, mantén el aire durante cuatro segundos y exhala lentamente por la boca contando hasta cuatro nuevamente. Repite hasta sentirte más calmado.
  • Enraizamiento. Observa tu entorno y nombra cinco objetos que puedas ver, cuatro sonidos que puedas escuchar, tres cosas que puedas tocar, dos que puedas oler y una que puedas saborear. Esto ayuda a distraer la mente del ataque.
  • Afirmaciones. Recuérdate a ti mismo que el ataque es temporal y pasará. Frases como “Estoy a salvo” o “Esto es solo ansiedad, no me hará daño” pueden ser útiles.
  • Relajación muscular progresiva. Contrae y relaja diferentes grupos musculares, comenzando por los pies y subiendo hasta la cabeza.

Cada técnica puede ser más o menos efectiva dependiendo de la persona, por lo que es importante probar diferentes opciones hasta encontrar la más útil.

Cómo prevenir ataques de ansiedad: prácticas que marcan la diferencia

Si bien no siempre es posible prevenir completamente los ataques de ansiedad, ciertas prácticas pueden ayudar a reducir su frecuencia e intensidad:

  • Ejercicio físico regular. Ayuda a liberar endorfinas, que mejoran el estado de ánimo y reducen el estrés.
  • Mindfulness y meditación. Estas prácticas enseñan a estar presente y manejar mejor los pensamientos ansiosos.
  • Reducción del consumo de estimulantes. Limitar la cafeína, el alcohol y otras sustancias que pueden agravar la ansiedad.
  • Sistema de apoyo. Hablar con amigos, familiares o participar en grupos de apoyo puede ofrecer contención emocional.

Adoptar estas prácticas puede contribuir a un mejor manejo del estrés y, por ende, a una reducción de los ataques de ansiedad.

Cuándo buscar ayuda profesional

Si los ataques de ansiedad son frecuentes o interfieren con la vida diaria, es fundamental buscar ayuda profesional

Existen varias opciones de tratamiento para ataques de ansiedad. De ellas son:

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC). Ayuda a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos que contribuyen a la ansiedad.
  • Medicamentos. En algunos casos, los profesionales de la salud pueden recetar medicamentos para controlar los síntomas, aunque siempre bajo supervisión médica.

Buscar ayuda es un acto de valentía y puede marcar una diferencia significativa en la calidad de vida.

Cómo ayudar a alguien durante un ataque de ansiedad

Si alguien cercano a ti experimenta un ataque de ansiedad, hay formas de ayudar:

  • Mantén la calma. Tu serenidad puede ayudar a la otra persona a sentirse más segura.
  • Ofrece apoyo sin juzgar. Escucha sin minimizar los sentimientos de la persona. Frases como “Estoy aquí contigo” o “Vamos a superarlo juntos” pueden ser reconfortantes.
  • No presiones. Valida las emociones de quien tiene un ataque de ansiedad. Evita frases como “Relájate” o “No es para tanto”, ya que pueden hacer que la persona se sienta incomprendida.

El apoyo emocional es clave para quienes enfrentan crisis de ansiedad, y tu comprensión puede marcar una gran diferencia.

Ataques de ansiedad: puedes superarlos

Las crisis ansiedad pueden ser difíciles, pero con las estrategias adecuadas y el apoyo necesario, es posible manejarlos y prevenir futuros episodios. Si experimentas ataques de ansiedad frecuentes, busca ayuda. 

En este artículo encontrarás

Los ataques de ansiedad son episodios intensos de miedo o angustia que pueden surgir por estrés, experiencias traumáticas o condiciones de salud mental. Se manifiestan con síntomas físicos como palpitaciones y dificultad para respirar, y emocionales como miedo a perder el control. Para manejarlos, es útil practicar técnicas de respiración, relajación y mindfulness. La prevención incluye ejercicio regular, reducción de estimulantes y apoyo emocional. Si los ataques interfieren con la vida diaria, buscar ayuda profesional, como terapia cognitivo-conductual o medicación, es clave. Con estrategias adecuadas y acompañamiento, es posible superarlos y recuperar el bienestar.