“Abro los ojos, lo primero que hago es girar al otro lado de mi cama y tomar mi celular. Reviso si anoche por casualidad alguien me escribió…
No, nada. Quizás me enviaron un mail… Tampoco.
Veo algunas historias en Instagram antes de levantarme… No puede ser que todo el mundo tenga un mejor trabajo que el mío y tenga una pareja estable.
No sé cómo hace esta chica para hacer todo lo que hace en un día. Yo de casualidad voy al trabajo y ella ya entrenó, desayunó, trabajó desde su casa y ahora se está subiendo a un avión. Qué poco hago de mi vida, debería levantarme más temprano… Aunque, ¿para qué? si nunca voy a tener esa vida
¡Uyyyy pasaron 40 minutos desde que me levanté y estoy con el celular! Llego tardísimo al trabajo”.
Notificaciones, publicidades, fotos, videos, mails, mensajes, notificaciones otra vez.
Las redes sociales nos conectan con el mundo, con lo que pasa a millones de kilómetros. Pero ¿qué pasa cuando esa conexión está presente 24/7? ¿Las redes sociales pueden volvernos personas más ansiosas?
Nuestro cerebro y las redes sociales
Es un hecho: nuestro smartphone es parte de nuestro día y se ha vuelto un objeto indispensable para casi cualquier persona. Con él podemos trabajar, conectar con personas que están al otro lado del océano, obtener la información que buscamos con un clic y muchísimas cosas más.
Con tantas posibilidades, ¿por qué no lo usarlo todo el tiempo? Tiene sentido hacerlo.
Sin embargo, existe un lado B del uso de nuestro celular. Se trata de una fuente interminable de estímulos para nuestro cerebro: notificaciones, me gusta, comentarios, nuevos seguidores, noticias, etc.. Nos habituamos a vivir rodeados de estos estímulos y se vuelven una necesidad.
Vivir conectados no es gratis, y el precio lo paga nuestro cerebro. En un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, se descubrió que los niños y adolescentes que crecen consultando las redes pueden desarrollar cerebros con hipersensibilidad a las respuestas sociales.
En la investigación se estudió a 169 adolescentes de 13 a 17 años durante tres años y los resultados revelaron que los jóvenes que usaban las redes sociales muy a menudo (más de 15 veces al día) tenían cerebros más sensibles a recompensas y castigos sociales.
¿Qué es el FOMO y qué relación tiene con la ansiedad?
Hace un tiempo ya empezamos a escuchar hablar sobre FOMO y su relación con el uso de redes sociales. Pero ¿qué significa?
El FOMO (fear of missing out) cuyas siglas en español significan “miedo a perderse de algo” es una sensación de angustia que experimentamos cuando sentimos que estamos perdiéndonos algo que otras personas están disfrutando.
La ansiedad en el FOMO tiene que ver con un miedo a no formar parte, a perderse de algo importante, a no ser tenido en cuenta, o a no ser lo suficientemente interesante. La mayor característica es la necesidad compulsiva de estar conectado en cada momento del día. Hablando del tema, ¿sabías que tenemos un test de ansiedad gratuito?
El hecho de tener que estar en todos lados, compartir todo lo que hacemos, conversar con nuestros amigos y tener que hacer algo productivo TODO el tiempo puede ser muy agotador. Sobre todo porque se convierte en una especie de responsabilidad u obligación; si no lo hacemos sentimos que no existimos para los demás.
¿Qué debo tener en cuenta si quiero hacer un uso saludable de las redes sociales?
Eliminar la tecnología de nuestra vida no será la solución. Llegó para quedarse y sus beneficios son demasiados como para pensar en retroceder. Lo mejor que podemos hacer frente a esto es tomar consciencia de que su uso excesivo puede traer consecuencias, y anticiparnos practicando hábitos saludables es una excelente opción.
Aquí te dejamos algunos consejos que pueden ser útiles para regular nuestro consumo de redes sociales:
- Aplicar la técnica de revisión por bloques: Suele ser muy útil para disminuir la frecuencia con la cual ingresas en alguna aplicación como por ejemplo Instagram o Tik Tok. Establecer horarios o momentos en el día para estar en alguna red social, te permitirá mantener un mayor control sobre la cantidad de tiempo que le dedicas.
- Eliminar las notificaciones: este es un punto clave para no tener que estar chequeando el teléfono en cada momento. Eliminar las notificaciones te permitirá permanecer concentrad@ por mayor tiempo en lo que sea que estés haciendo y a utilizar tus redes con menor frecuencia.
- Días sin tecnología: de vez en cuando poder permitirte un día “detox” de redes sociales te permitirá conectar contigo mism@ y probablemente te sientas aliviad@ de no estar frente a ninguna pantalla por un tiempo.
- Recuerda que todo tiene un lado B: Que “todo el mundo” decida compartir únicamente sus momentos felices no quiere decir que su vida sea perfecta, o que ellos no tengan un día malo o poco productivo. Detrás de la pantalla hay mucho de lo que no sabemos.
En este artículo encontrarás
Todo se trata de equilibrio, de entender que lo real traspasa la pantalla y que tu felicidad no va a depender de ser visto o no en Internet. Requiere un esfuerzo salir del modo “piloto automático” del cual podemos estar acostumbrados a la hora de usar nuestras redes, pero se trata de un cambio crucial en nuestro estilo de vida que puede traernos múltiples beneficios.