Perdonar, a otr@s pero también a nosotr@s mism@s, puede ser un proceso difícil y doloroso para muchas personas. Tanto que hay quienes eligen “dejarle al tiempo” el trabajo de hacernos olvidar una herida o dolor que nos causaron, o vivir sin perdonar.
Está claro que no es lo mismo disculpar a alguien por un error menor, que a quien nos causó un gran daño -más aún cuando no intentó repararlo-. Pero la acción de perdonar no tiene que estar enfocada en quien dañó, sino en nosotr@s y nuestro propio bienestar.
Perdonar es un acto de amor propio.
¿Qué sabemos acerca del perdón?
Hoy conocemos a ciencia cierta que perdonar concede a quienes perdonan:
• Una mejora en su salud física y mental.
• Una restauración del sentido de empoderamiento personal.
• Una posibilidad clara y sana de reconciliación entre quien perdona y quien ofende.
• Una sensación de esperanza por la resolución de un conflicto.
• Un cambio positivo en el esquema afectivo.
*Fuente: ScientificAmerican
Por eso el perdón es para quien lo concede, y no para quien lo recibe: Esto NO implica minimizar la gravedad de la ofensa, restar importancia al sufrimiento o permitir que quien hirió se salga con la suya, sino que es un favor autodirigido que nos otorga beneficios internos, no externos.
Además, perdonar es el ejercicio de ponernos en el lugar de la otra persona -de quien nos lastimó-: Cuando decidimos poner en práctica la empatía somos capaces de ver los posibles sentimientos o conflictos que nuestr@ ofens@r atravesaba al momento de cometer sus actos.
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Si estás leyendo esto, es probable que creas que hay alguien a quien necesitas perdonar. A continuación, te invito a tomarte un tiempo y hacer el ejercicio que te propongo, extraído del libro “La ley del espejo” de Yoshinori Noguchi, disponible en la Biblioteca Virtual.
Y recuerda que será tan profundo como le permitas serlo.
Ejercicio de 8 pasos para perdonar
En “La ley del espejo” Noguchi propone estos 8 pasos:
1. Hacer una lista de las personas a las que “no puedes” perdonar
Escribe en un papel el nombre de aquellas personas sobre las que piensas: “Me gustaría tanto hacer las paces” “Me sentiría mucho mejor si le perdonara”. Comienza por tus relaciones más cercanas (mamá, papá, pareja, herman@s, amig@s, compañer@s de trabajo, etc.).Cuando la lista esté terminada, elige una persona, que será con quién llevarás adelante este ejercicio.
2. Expresar tus sentimientos
Prepara varias hojas de papel y dedica un tiempo a escribir todos tus sentimientos hacia esa persona. No omitas los sentimientos que te provoca pensar en el daño, y exprésalos con las palabras que vengan a tu mente, aunque no sean agradables. Si recuerdas la tristeza o el dolor que sentiste, también escríbelos.Nadie más que tú va a leer lo que escribas, así que no intentes controlarte. Si necesitas llorar en medio del proceso, llora.
Cuando consideres que has escrito todo, rompe el o los papeles y tiralos a la basura.
3. Buscar los motivos de aquellos actos.
En otro papel escribe qué hizo la persona a la que quieres perdonar. Intenta pensar en qué motivos pudieron llevarla a actuar de esa manera y escríbelos.
Cuando termines, evita juzgar como equivocados o erróneos esos motivos. Da un paso más e intenta comprender la inmadurez, la torpeza, la debilidad de esa persona. Ten en mente esto: los seres humanos cometemos errores con frecuencia. A veces hacemos cosas creyendo que el resultado nos traerá alegría, pero no resulta así. Otras veces intentamos tomar decisiones para evitar el sufrimiento, pero terminan provocando más dolor.
No olvides que muchas veces actuamos torpemente, somos inmadur@s y débiles.
4. Escribir aquello que puedas agradecerle.
La persona a la que estás intentando perdonar, es parte de tu círculo cercano. Piensa en lo que has compartido con ella e intenta escribir todo aquello por lo que puedas sentirte agradecid@. Aunque parezca insignificante, escribe todo lo que puedas. Aunque te tome tiempo recordar, dedica tiempo y escribe cada cosa.
5. Utilizar la fuerza de las palabras
Cuando llegues a este paso, es momento de hacer una declaración: “Para mi propia libertad, felicidad y calma, perdono a…”
Si es posible, repítelo en voz alta. Si alguien puede escucharte, hazlo al menos una vez en voz muy baja.
No hace falta que sientas que estás perdonando. No te sientas mal si no es así. Aunque los sentimientos te digan “no puedo perdonarl@”, repítelo.
Vuelve a decirlo. ¿Cuánto tiempo? Noguchi considera a este el paso crucial para perdonar, y recomienda repetirlo de 15 minutos a media hora. ¡Eso es decirlo cientos de veces!
6. Escribir aquello por lo que quieres perdonar
Aquí cuanto más escribas, mejor. Anota cada cosa por la que querrías perdonar a la persona que elegiste al comenzar este ejercicio.
7. Escribir qué has aprendido de ese vínculo
¿Has aprendido algo gracias a tu relación con esta persona? Escríbelo.
Si piensas en “cómo hubiera sido si mejor relacionarme con él/ella”, será un gran paso para darte cuenta qué aprendiste o encontrar algo nuevo.
¿Cómo crees que podrías haberte tratado con aquella persona para conseguir que amb@s fueran más felices?
8. Declarar que perdonas
No importa si después de haber realizado los 8 pasos todavía persiste el sentimiento de “no puedo perdonar”. Si eso sucede repite el paso 5.
Repite “Gracias” nombrando a la persona y recordando su cara. Si es posible repítelo durante 2 días consecutivos.
Con esto, Noguchi finaliza el ejercicio de 8 pasos para perdonar.
Algo que debes tener presente
Para terminar este artículo, me gustaría agregar 2 amables recordatorios:
1. El perdón lleva tiempo:
No te presiones. Perdonar lleva consigo un proceso de asimilar todo aquello que la personas nos hizo, y debemos respetar ese tiempo personal.
2. El perdón NO tiene por qué suponer un proceso de reconciliación con el/la ofensor/a:
Es primeramente un proceso de liberación personal: Dejar ir las emociones de enojo, rabia, tristeza hacia otra persona, es un auto-regalo que nos hacemos a nosotr@s mism@s.
En este artículo encontrarás
Perdonar es un proceso difícil y doloroso, pero puede ser muy beneficioso para nuestra salud física y mental. Cuando perdonamos, dejamos de lado el enojo, el resentimiento y la amargura, y nos liberamos de las emociones negativas que nos atrapan en el pasado. También nos permitimos avanzar en nuestras vidas y vivir más felices y saludables.